Col. 2, 18-23: 18. Que nadie os arrebate el premio por ruines prácticas y el culto de los ángeles, obsesionado por lo que vio y vanamente hinchado por sus mundanos pensamientos. 19. Esos tales deberían mantenerse unidos a la Cabeza [1], de la cual todo el cuerpo, por medio de junturas y ligamentos, recibe nutrición y cohesión, para ir creciendo conforme al designio de Dios.
20. Una vez que habéis muerto con Cristo a los elementos del mundo, ¿por qué sujetaros, como si aún estuvierais en el mundo, a preceptos como 21. “no toques”, “no pruebes”, “no acaricies”, 22. cosas todas destinadas a perecer con el uso, y conforme a preceptos y doctrinas puramente humanos? 23. Tales cosas tienen una apariencia de sabiduría por su piedad afectada, sus mortificaciones y su rigor con el cuerpo; pero carecen de valor para combatir la insolencia de la carne.
[1] Se habla de los ángeles y se les rinde culto, sin mencionar a Jesús quien es Cabeza de todo lo creado, de hombres y de ángeles. Ángeles también son los ángeles caídos, a quienes por nombres y teniéndolos como ángeles de luz, se les invoca.
(II Revisión)
Lc. 11, 23: 23. “El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.”
La Nueva Era pone al hombre sobre todo, olvidándose de Cristo Jesús. Es el primer error que lleva a los otros muchos.
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