Lc. 2, 34: 34 Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: “Éste está destinado para caída y elevación de muchos en Israel, y como signo de contradicción - 35 ¡a ti misma una espada te atravesará el alma!-, a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.”
Cuando habla de la misión y destinación de Jesús, el anciano Simeón hace una pausa y habla también de María diciendo “¡A ti misma una espada te atravesará el alma!”, para terminar diciendo que todo esto será “a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones”. La profecía del anciano Simeón habla de Jesús sería: “Éste está destinado para caída y elevación de muchos en Israel, y como signo de contradicción, a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.”. El que a la mitad de la profecía de Jesús esté el dolor de María los une y no los separa:
Completa (va desde el (“) hasta el (”)), sería:
“Éste está destinado para caída y elevación de muchos en Israel, y como signo de contradicción -¡a ti misma una espada te atravesará el alma!-, a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.”
Al separarlas, siendo una misma, sería:
La profecía sobre Jesús: “Éste está destinado para caída y elevación de muchos en Israel, y como signo de contradicción, a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.”
La profecía sobre María: “¡a ti misma una espada te atravesará el alma!-, a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.”
Aún más importante la posición de María dentro de la profecía de Jesús:
“Éste está destinado para caída y elevación de muchos en Israel, y como signo de contradicción -¡a ti misma una espada te atravesará el alma!-, a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones.”
Bien podía haber hablado el anciano Simeón primero sobre Jesús y luego sobre María y por él hablaba el Espíritu Santo [Lc. 2, 25: 25 Vivía por entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón. Era una persona justa y piadosa, que esperaba que Dios consolase a Israel; y estaba en él el Espíritu Santo.]. Por eso son tan importantes sus palabras y el orden de sus palabras, aunque por ser Palabra de Dios no deberíamos guardar ninguna duda y estar atentos a los detalles.
El punto más importante de esta cita es que la destinación de Jesús trae conjunta y unida a la de Él la de María, su madre, y es donde más se evidencia el Dogma de la Corredención, pues siendo que está en la mitad de la Profecía de Simeón sobre Jesús, no las pueden separar. El que a la mitad de la profecía de Jesús esté María, con un mismo propósito, los une mucho más.
Jesús no vino solo al mundo, desde el primer momento hizo de María un instrumento para su redención, la redención del hombre. Toda la vida de Jesús es redentora y quien compartió más tiempo y fue más cercana a Jesús fue María y María fue la Madre que Dios se hizo según su Divino querer para habitar en su vientre y convivir con ella, por esto no es extraño que Dios siendo ella creada a su Divino querer le hubiera predestinado una misión junto a la de Jesús. Dios aunque no nos necesite cuenta con nosotros incluso en la redención, por esto José y María, por esto los Apóstoles, por esto Simón de Cirene. Pero ninguno como María.
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